De las más de dos mil personas que la historia de la astronomía reconoce a penas un 10% son mujeres. Celebramos el 11 de febrero hablando de ellas.
10 February 2021
El 11 de Febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. ¿Por qué es tan importante? Aunque los tiempos van cambiando, en la actualidad sigue habiendo una baja participación de mujeres en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Según datos de la UNESCO, menos del 30% de investigadores científicos en el mundo son mujeres.
Un estudio publicado en 2017 por investigadores franceses en la revista Science, señala que la falta de interés en la ciencia y la tecnología de las niñas tiene su origen en las edades más tempranas, entre los seis y siete años. A esta edad, según el artículo, las pequeñas ya han interiorizado determinados estereotipos como atribuir a los hombres más que a las mujeres el talento, la brillantez o la inteligencia necesarias para abordar materias abstractas y complejas. Sin embargo, estas ideas son totalmente falsas. Como comenta en un artículo para mujeresconciencia.com la física e investigadora en neurociencia Marta Bueno, "la evidencia de la plasticidad neuronal no admite la idea de diferencias predeterminadas y circuitos sinápticos de serie en los cerebros de mujeres y hombres, es decir, el cableado lo vamos configurando con nuestros aprendizajes".
Sea cual sea el motivo, la presencia de mujeres en ciertas áreas científicas, como la física y las ingenierías, es muy inferior a la de los hombres. La astronomía no es una excepción. Por eso hemos querido volver a hablar de ELLAS, las mujeres que han conseguido abrirse un hueco (en ocasiones muy pequeño) en la historia de la astronomía y los avances aeroespaciales.
Se calcula que el número de personas dedicadas a la astronomía que han sido reconocidas a lo largo del tiempo ronda las dos mil. No son muchas. ¿Pero cuántas de ellas son mujeres? La respuesta es es muy ilustrativa de la realidad femenina, porque el número de mujeres que han tenido la posibilidad de escribir su nombre en las páginas de la historia de la astronomía apenas llega a veinte, es decir, un pequeño 1%.
Pese a que las mujeres fueron las primeras astrónomas de la prehistoria, cuando calculaban los ciclos menstruales con la luna y las cosechas a través de la observación estelar, la historia de la astronomía moderna (como la Historia en general), no ha tenido mucha consideración con el género femenino.
Nombres de astrónomas como Hipatia de Alejandría (la más conocida gracias a la película Ágora), Fátima de Madrid, María Wilckelmann, Caroline Herschel, Nicole-Reine Lepaute, María Mitchell, Henrietta Leavitt, Cecilia Payne, Edmée Chandon, físicas como Margaret Geller, Jocellyn Bell, Gabriela González, o la especialista en arqueoastronomía Maud Worcester, entre otras muchas, han quedado supeditadas a las figuras masculinas que las han acompañado, en el mejor de los casos, o directamente olvidadas en los libros de astronomía. ¿Por qué? ¿Son los descubrimientos de las astrónomas menos importantes que los de los hombres? Hablamos del hallazgo de millones de estrellas, de la creación del astrolabio, la variación de las Cefeidas, la temporalidad del paso del cometa Halley, la composición de hidrógeno de las estrellas, el descubrimiento de Urano (parece que era Caroline Herschel quien miraba por el telescopio aunque su hermano William lo registrase), el de los púlsares... Y tantos más que la lista es abrumadora.
En cuanto a la carrera aeroespacial el panorama no es mucho más halagüeño. Según la base de datos Astronauts Database, de los 582 astronautas de la historia, tan sólo 58 han sido mujeres (datos febrero 2021) y éstas siempre han sido etiquetadas, además de por su género, por aspectos como su condición sexual, su procedencia o su edad, antes que por su currículum o sus logros profesionales.
Poco más de cincuenta años han transcurrido entre que las primeras cosmonautas rusas perdieran la vida mientras servían a modo de ‘experimento’ antes de enviar a un hombre al espacio (Yuri Gagarin) y que las actuales mujeres astronautas deban optar, en la mayoría de los casos, por interrumpir a base de pastillas su ciclo menstrual porque los trajes espaciales, al igual que las naves, aún no están adaptados para las necesidades femeninas, pese al meteórico desarrollo que tiene la industria aeroespacial.
El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra cada año el 11 de febrero, fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y además para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Este Día es un recordatorio de que las mujeres y las niñas desempeñan un papel fundamental en las comunidades de ciencia y tecnología y que su participación debe fortalecerse. La celebración de este día está dirigida por la UNESCO y ONU-Mujeres, en colaboración con instituciones y socios de la sociedad civil que promueven el acceso y la participación de mujeres y niñas en la ciencia.
La celebración del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia es importante para que esas niñas que aman la física, la ingeniería, la biología o la astronomía puedan alcanzar sus sueños y, con trabajo duro, dejar su huella en la historia de la ciencia y ser reconocidas por ello.
Aunque, como dijo la brillante astrónoma Vera Rubin, quien pese a sus revolucionarios descubrimientos falleció recientemente sin haber recibido el merecido Nóbel, "la igualdad es tan elusiva como la materia oscura".