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Astrónomos del Vaticano: cuando el cielo se mira con fe

Pocos lo saben, pero el Vaticano no solo mira al cielo para rezar: también lo hace con telescopios. Incluso la Specola Vaticana sigue activa desde Arizona.

08 May 2025

Aunque pueda parecer sorprendente, la Iglesia Católica tiene una larga y profunda historia de vinculación con la astronomía. Desde la corrección del calendario en el siglo XVI hasta el estudio de galaxias en la actualidad, el cielo ha sido también territorio espiritual… y científico.

Todo comenzó cuando el calendario juliano, en uso desde tiempos de Julio César, acumuló un desfase con respecto al año solar. La celebración de la Pascua se alejaba cada vez más del equinoccio de primavera, lo que causaba un desorden litúrgico. Fue entonces cuando el Papa Gregorio XIII, en 1582, encargó a un grupo de astrónomos y matemáticos eclesiásticos que propusieran una solución. Así nació el calendario gregoriano, que usamos en casi todo el mundo hoy.

Uno de los responsables del cálculo fue el jesuita Christopher Clavius, un científico tan brillante que hoy tiene un cráter en la Luna con su nombre. Desde entonces, la relación entre Iglesia y astronomía ha seguido su curso… entre luces y sombras, pero también con grandes aportaciones.

La Specola Vaticana: un observatorio con historia

En 1891, el Papa León XIII fundó oficialmente el Observatorio Vaticano (Specola Vaticana) con el objetivo de demostrar que la Iglesia no está en contra del conocimiento científico.

Primero se instaló en una torre de observación dentro del Vaticano, pero en los años 30 fue trasladado a Castel Gandolfo, la residencia de verano del Papa. Sin embargo, el crecimiento urbano de Roma y la contaminación lumínica obligaron a mudarlo nuevamente.

Desde 1993, la sede de investigación científica del observatorio se encuentra en Mount Graham (Arizona, EE.UU.), donde opera el VATT (Vatican Advanced Technology Telescope), un telescopio moderno de 1,8 metros de apertura. Allí trabajan astrónomos del Vatican Observatory Research Group, en colaboración con la Universidad de Arizona.

¿Quién observa el cielo en nombre del Papa?

La mayoría de los astrónomos del Vaticano son sacerdotes jesuitas. Todos cuentan con formación académica de alto nivel: doctorados en astrofísica, física o matemáticas, y publicaciones científicas reconocidas.

El más conocido es el actual director, el hermano Guy Consolmagno, astrónomo estadounidense, ex investigador del MIT y la NASA, y autor de varios libros de divulgación como “Would You Baptize an Extraterrestrial?”.

Su filosofía es clara:

“Estudiar el universo es una forma de alabar a Dios”.

Consolmagno es tan respetado en el ámbito astronómico que tiene un asteroide con su nombre: el 4597 Consolmagno. Bajo su liderazgo, el observatorio ha reforzado su presencia internacional y su compromiso con la divulgación científica.

¿Y si hay vida fuera de la Tierra?

Lejos de rechazar hipótesis científicas modernas, el Vaticano las discute y analiza con rigor. En 2009, la Specola organizó un congreso internacional sobre vida extraterrestre, con la participación de astrobiólogos y teólogos.

El entonces director del observatorio, el sacerdote argentino José Gabriel Funes, sorprendió al declarar que:

“La existencia de seres inteligentes fuera de la Tierra no contradice la fe. Incluso podrían no haber pecado.”

La afirmación causó revuelo, pero también abrió el camino a un diálogo muy actual entre teología, ética y ciencia. El Vaticano no está buscando marcianos, pero sí está preparado para hacerles sitio, si los encontramos.

El cielo como legado

Más de 35 cráteres lunares tienen nombre de sacerdotes astrónomos, la mayoría de ellos jesuitas. Y cada dos años, el Observatorio Vaticano organiza una Escuela de Verano de Astrofísica, en la que jóvenes investigadores de todo el mundo comparten conocimientos… en los jardines papales.

Por supuesto, también hay cicatrices: el juicio a Galileo Galilei en 1633 es una mancha que la Iglesia tardó siglos en reconocer. Pero en 1992, el Papa Juan Pablo II pidió perdón de forma oficial y se rehabilitó su figura. Hoy, Galileo tiene una estatua en el mismo Vaticano.

Fe, ciencia… y estrellas

En pleno siglo XXI, la idea de que religión y ciencia están condenadas a enfrentarse se va quedando atrás. El Vaticano sigue demostrando que es posible mirar al cielo con fe, pero también con telescopios. Y que entre la plegaria y la ecuación puede haber más conexión de la que pensamos.

Así que ya lo sabes, astrocuriosa: la próxima vez que apuntes tu telescopio al cielo, recuerda que en algún lugar de Arizona… también lo está haciendo un jesuita con bata de laboratorio y los ojos llenos de estrellas.

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