El cráter de Vredefort, en Sudáfrica, es la mayor cicatriz de impacto en la Tierra, formado hace 2.000 millones de años por un asteroide gigante.
27 September 2025
En pleno corazón de Sudáfrica, a unos 120 kilómetros de Johannesburgo, se encuentra uno de los lugares más impresionantes —y menos conocidos— del planeta: el cráter de Vredefort, la estructura de impacto más grande que se conserva en la Tierra. Aunque el paso del tiempo ha borrado parte de sus bordes, la magnitud de esta cicatriz geológica sigue siendo sobrecogedora. Su origen se remonta a unos 2.000 millones de años atrás, cuando un asteroide de proporciones colosales chocó contra la superficie terrestre, liberando una energía impensable.
Durante mucho tiempo, los científicos pensaron que el asteroide que impactó en Vredefort tenía unos 15 kilómetros de diámetro, viajando a velocidades de alrededor de 15 km/s. Sin embargo, investigaciones más recientes de la Universidad de Rochester sugieren que pudo ser incluso mayor, alcanzando entre 20 y 25 kilómetros de diámetro. Ese coloso espacial habría generado un cráter con un diámetro original de entre 250 y 280 kilómetros.
Para ponerlo en perspectiva: el famoso cráter de Chicxulub, en México, responsable de la extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años, mide unos 180 km de diámetro. Vredefort, por tanto, lo supera con creces.
Hoy, más de dos mil millones de años después, la erosión y los procesos tectónicos han transformado la fisonomía de Vredefort. Ya no se aprecia como un cráter “clásico” de bordes definidos, pero su inmenso anillo de colinas, conocido como el domo de Vredefort, delata su origen cósmico. Este anillo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ofrece a geólogos y visitantes una ventana única a los procesos más violentos de la historia terrestre.
La visita a la zona permite recorrer pueblos, montañas y senderos que parecen tranquilos, aunque esconden bajo sus cimientos la huella de uno de los eventos más catastróficos que ha vivido nuestro planeta.
El impacto de Vredefort ocurrió en una época en la que la vida en la Tierra era muy diferente a la actual. Hace 2.000 millones de años aún no existían los animales ni las plantas que conocemos hoy; predominaban organismos unicelulares y algas. Por ello, aunque la energía liberada fue incomparable, no provocó extinciones masivas como la del final del Cretácico.
Sin embargo, este impacto cambió la geología de la región y, según algunos estudios, pudo influir en la evolución temprana de la atmósfera y de los ecosistemas primitivos.
El cráter de Vredefort no solo es un hito geológico, también es un recordatorio de la fragilidad y resistencia de nuestro planeta. Los grandes impactos han marcado la historia terrestre y, aunque raros, siguen siendo parte de la dinámica cósmica.
Observar esta estructura hoy es como mirar un archivo abierto del tiempo profundo: una cicatriz que nos habla de fuerzas descomunales y de la capacidad de la Tierra para rehacerse.
El domo de Vredefort se ha convertido en un destino para científicos y viajeros curiosos que buscan combinar naturaleza, geología y astronomía. Sudáfrica, además de sus parques naturales y reservas de fauna, ofrece la oportunidad de conocer uno de los paisajes más antiguos del planeta y de contemplar un cielo austral espectacular, casi tan limpio como hace millones de años.
Viajar hasta allí no es solo un encuentro con la historia de la Tierra, sino también una experiencia de turismo de estrellas, donde la geología y la astronomía se dan la mano para narrar una epopeya cósmica.
Fuentes: