Crónica de viaje – A la conquista de la luz y los gigantes de América. La expedición de fotógrafos españoles cruza Chile de cordillera a mar.
17 November 2025
Desde los 2.800 metros del Portillo hasta las costas del Pacífico y el misterioso Valle del Encanto, la expedición de fotógrafos españoles cruza Chile de cordillera a mar. En el trayecto, el paisaje se transforma: viñedos, desiertos y petroglifos nos conducen hacia la noche más ancestral del viaje.
Bahía Conchali, Los Vilos. Océano Pacífico. @ReyDaluz ©LUZLUXSalimos temprano de Portillo, aún con el reflejo de la Laguna del Inca en la memoria. La jornada prometía kilómetros de carretera y contrastes: del aire frío de la montaña al aroma salino del Pacífico. Descendimos por el valle del río Aconcagua, donde extensas plantaciones dibujan un mosaico verde entre colinas doradas.
Nuestra primera parada fue la afamada Viña Errázuriz, fundada en 1870 por Don Maximiano Errázuriz. Desde entonces, la bodega ha sido emblema de la viticultura chilena y una de las más reconocidas a nivel internacional. En el interior de sus galerías subterráneas reposan vinos premiados como el Don Maximiano Founder’s Reserve, el Kai Carménère y el Seña, galardonados tras el célebre Berlin Tasting de 2004, donde los tintos chilenos sorprendieron al mundo al superar a los mejores Burdeos.
Sala de Bodega Errázuriz interior. @ReyDaluz ©LUZLUXLos enólogos nos hablaron del singular microclima del valle del Aconcagua, donde el aire frío de la cordillera se mezcla con la brisa del Pacífico. Este equilibrio favorece el cultivo de cepas nobles como Cabernet Sauvignon, Syrah, Carménère y Petit Verdot, que maduran lentamente para alcanzar una expresión aromática única. La visita culminó en su nueva bodega, una obra de arquitectura contemporánea integrada entre viñedos, diseñada para respetar la gravedad en todo el proceso de vinificación.
Pablo: “Cada bodega es un laboratorio de luz: el brillo del acero, el reflejo del vino y la sombra del roble crean una sinfonía visual única.”
Jardines, viñedos y bodega moderna Errázuriz. @ReyDaluz ©LUZLUXContinuamos hacia el oeste, descendiendo hasta la costa y el encuentro con el océano Pacífico en Los Vilos. Allí, la Bahía Conchalí nos recibió con su inmensidad azul, un paisaje donde la historia y la naturaleza se entrelazan.
Fue en este mismo lugar donde, hacia 1535, Gonzalo Calvo de Barrientos —compañero de la expedición de Diego de Almagro— se convirtió en el primer español en pisar tierras chilenas. Las crónicas cuentan que permaneció varios días en la zona, estableciendo los primeros contactos con los pueblos originarios y describiendo las riquezas naturales de un territorio hasta entonces desconocido para Europa.
Hoy, la bahía forma parte del Santuario de la Naturaleza Laguna Conchalí, un espacio protegido de gran valor ecológico donde confluyen la costa, el humedal y una laguna que alberga aves migratorias. Muy cerca se alza el Centro Andrónico Luksic Abaroa, donde conocimos interesantes proyectos de conservación ambiental y divulgación minera vinculados a la riqueza del cobre.
Fernando: “Desde la vid al cobre, Chile resume en un solo día su esencia: naturaleza, trabajo y una conexión constante entre tierra y cosmos.”
Bahía y Laguna Conchalí. @Glendor_Fine_ArtTras un trayecto de más de 450 kilómetros llegamos, al caer la tarde, a uno de los lugares más esperados de la expedición: el Valle del Encanto, en Ovalle. Allí nos esperaba la primera autorización oficial para fotografiar bajo las estrellas uno de los yacimientos arqueológicos más singulares del norte chileno.
Explorando los petroglifos del Valle del Encanto, Foto del dia en Astronomy Magazine 04/11/2025 @AstrocoyEntre grandes bloques de granito se esconden grabados y morteros rituales de la cultura Molle, una de las civilizaciones más enigmáticas del mundo andino. Sus petroglifos, datados alrededor del año 1000 a.C., representan figuras humanas y símbolos vinculados con antiguos cultos astronómicos.
Jordi: “No sabemos si miraban al cielo buscando dioses o su propio reflejo, pero cada trazo parece señalar una constelación.”
Arco de la Vía Láctea sobre el Valle del Encanto @Glendor_Fine_ArtLos primeros estudiosos del lugar, en 1957, registraron patrones que relacionaban los morteros tallados en piedra con las posiciones estelares visibles desde el valle. Se cree que los Molle pudieron provenir de grupos amazónicos que atravesaron los Andes, trayendo consigo rituales y creencias vinculadas al firmamento.
La noche nos envolvió bajo un cielo despejado. Las luces lejanas de Ovalle desaparecieron y solo quedaron los grabados brillando con la tenue iluminación de nuestras linternas. Todos nos movíamos entre entre las piedras con milimétrica precisión, componiendo imágenes y panorámicas de estos tesoros con el cielo austral.
Petroglifo de Chaman Molle bajo las estrellas @reydaluz ©LUZLUXGlendor: “Fotografiar aquí es como mirar el universo desde los ojos de quienes lo imaginaron por primera vez.”
Descansamos en el agradable Hotel Keo, rodeado de un jardín de cactus en flor y un pequeño observatorio privado desde el que la noche seguía viva. Entre el vino, la historia y las estrellas, el viaje había unido ya todos sus elementos esenciales: tierra, cultura y cosmos.
Hotel Keo @reydaluz ©LUZLUXImágenes cedidas por: Fernando Rey Daluz, Glendor Díaz, Jordi L. Coy y Pablo Alfranca/ @reydaluz ©LUZLUX @glendor_fine_art @astrocoy @pablo_alfranca
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