La Agencia Espacial Europea estudia si los insectos pueden ser una fuente sostenible de alimento para futuras misiones y bases fuera de la Tierra.
21 November 2025
La idea puede sonar futurista, pero está cada vez más cerca de convertirse en una opción real. La Agencia Espacial Europea (ESA) ha publicado un informe en el que analiza el potencial de los insectos como fuente de alimento para misiones espaciales de larga duración y futuras bases lunares o marcianas. Una línea de investigación que combina nutrición, sostenibilidad y exploración humana en entornos extremos.
El punto de partida es claro: alimentar a astronautas —y en un futuro, quizá también a turistas espaciales— fuera de la Tierra requiere sistemas que sean eficientes, reciclables y viables en microgravedad. En este sentido, los insectos ofrecen ventajas difíciles de ignorar. Según recuerda la ESA, más de 2.000 especies de insectos se consumen actualmente en el mundo, y su interés nutricional está ampliamente documentado por la FAO.
Además, algunos insectos ya han viajado al espacio. Las moscas de la fruta fueron los primeros seres vivos enviados más allá de la atmósfera en los años 40, y han protagonizado numerosos experimentos desde entonces. Su capacidad de completar el ciclo vital en microgravedad las convierte en un modelo de estudio idóneo. El nuevo informe compila datos de investigaciones realizadas entre las décadas de 1960 y 2000, aunque la ESA subraya que todavía son fragmentarias y requieren una actualización rigurosa con experimentos modernos.
El informe destaca varias razones de peso:
Alta eficiencia metabólica: convierten desechos o biomasa no comestible para humanos en proteína de forma muy eficaz.
Bajo consumo de recursos: requieren poca agua, poco espacio y generan menos emisiones.
Resiliencia biológica: muchas especies podrían adaptarse mejor que otros animales a condiciones de microgravedad o radiación moderada.
Interés nutricional: especies como el grillo doméstico o el gusano de la harina amarilla ya están aprobadas por la EFSA para consumo humano en Europa.
Para la ESA, el objetivo no es solo saber si pueden comerse, sino si pueden criarse en el espacio, completar su ciclo vital, mantener propiedades nutricionales estables y encajar en un sistema cerrado de reciclaje de recursos, clave para misiones autónomas.
Aunque la perspectiva es prometedora, la ESA señala que aún quedan lagunas científicas. Se desconoce cómo afectan exactamente factores como la radiación, los campos electromagnéticos de las naves, los cambios de presión o la microgravedad a distintas fases del ciclo vital. Tampoco está bien estudiado cómo se comportarían colonias completas durante largos periodos o cómo integrar su producción en un sistema alimentario espacial circular.
Por ello, la agencia propone una nueva generación de experimentos, tanto en órbita como en plataformas analógicas terrestres, para estudiar especies concretas y evaluar su viabilidad real a escala.
Como medio especializado, te invitamos a contemplar el panorama: si el turismo espacial sigue avanzando y se consolidan estaciones privadas, viajes orbitales comerciales o estancias en la Luna, el menú formará parte esencial de la experiencia. La sostenibilidad aplicada al espacio también influirá en cómo imaginamos los destinos astronómicos del futuro.
Los insectos podrían convertirse en:
Una fuente proteica para futuras bases lunares habitadas por científicos y visitantes.
Un complemento de cultivos hidropónicos o alimentos impresos en 3D.
Una tecnología exportable a destinos terrestres remotos donde la sostenibilidad y el ahorro de recursos sean clave, incluidos muchos enclaves de astroturismo.
Con ello, la investigación no solo mira hacia Marte o la órbita baja, sino que abre puertas para pensar en formas más eficientes de vivir —y viajar— en entornos extremos, dentro y fuera de la Tierra.
Fuente oficial: ESA – Insects on the space menu
https://www.esa.int/Science_Exploration/Human_and_Robotic_Exploration/Insects_on_the_space_menu