En el corazón del observatorio Rubin late una maravilla tecnológica, la cámara digital más grande del mundo. Sus primeras imágenes son impresionantes.
26 June 2025
Imágenes que parecen de ciencia ficción. Un telescopio que funciona como una cámara de cine cósmica. Y un universo que, por fin, empieza a mostrar no solo su rostro… sino sus cambios. El Observatorio Vera C. Rubin ya está captando el cielo como nunca antes lo habíamos visto.
En lo alto de Cerro Pachón, en el norte de Chile, se encuentra uno de los proyectos astronómicos más ambiciosos de las últimas décadas: el Observatorio Vera C. Rubin, impulsado por la Fundación Nacional de Ciencia de EE. UU. (NSF) y el Departamento de Energía (DOE).
Su meta no es simplemente ver más lejos, sino registrar el cielo en constante transformación. ¿La herramienta? El Legacy Survey of Space and Time (LSST), una misión de diez años de duración que generará un mapa dinámico del universo visible desde el hemisferio sur.
Y este junio de 2025, por fin, hemos podido ver los primeros frutos de este coloso celeste: imágenes preliminares que ya han dejado a medio mundo boquiabierto.
En el corazón del observatorio late una maravilla tecnológica: la LSST Camera, una bestia de 3 200 megapíxeles que ostenta el título de la cámara digital más grande del mundo. Cada una de sus imágenes cubre una porción del cielo del tamaño de unas 45 lunas llenas —lo cual, para quienes hacemos turismo de estrellas, equivale a capturar medio firmamento con un solo clic.
Y no hablamos solo de resolución. Esta cámara está diseñada para capturar el cielo entero cada tres o cuatro noches, tomando hasta 1 000 imágenes cada noche, y procesando datos que se cuentan por terabytes diarios. Un auténtico festival de movimiento estelar.
Como quien hace una primera toma de contacto, los astrónomos del Rubin apuntaron la cámara a algunos rincones familiares del cosmos. Pero lo que devolvieron las imágenes no fue familiar, sino sorprendente:
Más de 10 millones de galaxias y objetos estelares captados en pocas horas.
El descubrimiento de 2 104 asteroides, siete de ellos cercanos a la Tierra (sin riesgo de colisión).
Y algunas "joyas interestelares" que enseguida veremos.
El cielo, visto a través de Rubin, ya no es un paisaje estático. Es un escenario que se mueve, parpadea y evoluciona. Y lo hace ante nuestros ojos.
Entre las primeras imágenes que ha publicado el Observatorio Vera C. Rubin hay una composición especialmente espectacular que han bautizado como “Cosmic Treasure Chest” (el cofre cósmico del tesoro). ¿Y qué contiene ese cofre? Dos de las nebulosas más fotogénicas del cielo: la Laguna (M8) y la Trífida (M20), ambas situadas en la constelación de Sagitario, en pleno corazón de la Vía Láctea.
La Nebulosa de la Laguna, también conocida como Messier 8, es una gigantesca región de formación estelar ubicada a unos 4.100 años luz de la Tierra. Es tan grande que se puede llegar a observar a simple vista desde cielos muy oscuros. En su interior se están formando estrellas masivas que iluminan el gas circundante, creando remolinos rosados y filamentos de polvo oscuro.
La Nebulosa Trífida, o Messier 20, es aún más curiosa. Está algo más lejos (unos 5.200 años luz) y recibe su nombre por las tres divisiones oscuras que parecen cortarla en forma de trébol. Lo fascinante de la Trífida es que combina varios tipos de nebulosa en una sola: es una nebulosa de emisión (roja), una de reflexión (azulada) y una oscura (las franjas que la cruzan).
Pero Rubin no se ha limitado a captar regiones de formación estelar. También ha girado su mirada hacia las estructuras más lejanas y colosales: los cúmulos de galaxias. Entre ellos, uno de los más reconocibles y cercanos...
Entre las imágenes que más han llamado la atención en esta primera tanda del Rubin destaca una que, a simple vista, parece salpicada de polvo dorado. Pero no son estrellas: son cientos de galaxias pertenecientes al cúmulo de Virgo, uno de los grandes protagonistas del cielo de primavera en el hemisferio norte. Este cúmulo, situado a unos 54 millones de años luz, agrupa más de 1.500 galaxias y forma parte del supercúmulo de Virgo, al que también pertenece nuestra propia Vía Láctea. Gracias al campo de visión extraordinario de la cámara del Rubin, ahora podemos observar esta inmensa estructura cósmica como nunca antes: entera, dinámica, viva. Una postal de nuestro vecindario galáctico extendido, accesible también desde destinos de astroturismo en cielos oscuros como Gredos, Montsec o Izaña, donde muchas de estas galaxias pueden rastrearse con telescopios potentes en noches sin Luna.
Puedes ver todas las imágenes publicadas en su web oficial:
rubinobservatory.org/news/first-imagery-rubin
Más que un telescopio, Rubin es un cine cósmico en plena grabación. Su objetivo es registrar cada supernova, cada objeto variable, cada visitante interestelar. Y hacerlo en tiempo real.
A diferencia de telescopios anteriores, Rubin no espera a que alguien lo apunte: vigila constantemente todo lo que ocurre en el cielo visible desde el sur. Publicará miles de alertas cada noche, a menudo en menos de dos minutos desde la detección de cualquier fenómeno cambiante.
Esto implica que astrónomos —profesionales y amateurs— tendrán acceso casi instantáneo a nuevas observaciones. Y tú, que quizás estés observando las Perseidas en algún destino de astroturismo, podrías recibir el aviso de una supernova recién estallada en la misma zona del cielo que estás mirando.
El impacto de Rubin no se limita a la ciencia. También revoluciona el modo en que viajamos para mirar las estrellas.
Muchos empresas especializadas, que trabajan en destinos de astroturismo, ya están trabajando en integrar los “frames” de Rubin en sus actividades nocturnas. Imagínatelo: estar bajo un cielo limpio, escuchando a tu guía hablar de una imagen tomada esa misma semana, por un telescopio a 10 000 km de distancia.
Rubin ofrece al astroturismo una narrativa en tiempo real, que conecta el disfrute del firmamento con la exploración activa del universo. Una especie de sinergia entre el placer de mirar y el conocimiento de saber qué estamos viendo.
Aunque ya nos ha regalado imágenes espectaculares, el Observatorio Vera C. Rubin no empezará su operación científica completa hasta noviembre de 2025. Lo que hemos visto hasta ahora son solo las pruebas, el “retrato de prueba” de una cámara que pronto grabará la mayor película astronómica jamás hecha.
A lo largo de los próximos años, este telescopio vigilará galaxias enteras, buscará señales de materia oscura, trazará mapas de asteroides e incluso podrá advertirnos de objetos que se aproximen a la Tierra. Será nuestros ojos y nuestra memoria en el universo.
A partir de ahora, mirar hacia arriba será distinto. Porque no solo podremos ver estrellas… sino que sabremos que alguien las está observando de forma continua, registrando cada pulso, cada cambio, cada explosión.
Y tú, que adoras el turismo de estrellas, no querrás perderte este momento histórico.
Más información en fuentes oficiales: