En su primera década de observaciones, ALMA ha avanzado en el conocimiento sobre la creación de nuevos planetas o en los agujeros negros supermasivos.
27 March 2023
Se dice que todo en esta vida hay que sentirlo desde el ‘alma’ pero si lo llevamos a nuestro terreno astronómico, se podría decir que todo en este universo hay que observarlo con ALMA. En lo alto del llano de Chajnantor, en la Cordillera de los Andes, en Chile, el Observatorio Europeo Austral (ESO), opera, junto con sus socios internacionales, el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), un telescopio de vanguardia para estudiar la luz de algunos de los objetos más fríos del Universo y que este año cumple DIEZ AÑOS de vida, un tiempo en el que ha desvelado numerosos secretos del cielo, como la primera fotografía de un agujero negro.
Esta luz tiene longitudes de onda de alrededor de un milímetro, entre el infrarrojo y las ondas de radio, por lo que se conoce como radiación milimétrica o submilimétrica. ALMA está compuesto por 66 antenas de alta precisión, repartidas a distancias que pueden alcanzar los 16 kilómetros. Esta colaboración global es el mayor proyecto astronómico basado en tierra desarrollado hasta el momento.
En su primera década de observaciones, ALMA ha avanzado, por ejemplo, en el conocimiento sobre la creación de nuevos planetas, el origen de la vida en otros puntos del universo y los agujeros negros supermasivos.
“Las antenas las podemos ubicar en distintas posiciones, de forma que podamos ampliar el telescopio o hacerlo más compacto según las necesidades científicas. Si las alejamos las unas de las otras, obtenemos más detalle, pero menos amplitud en la imagen, y viceversa, como con un zoom de una cámara”, explicó el coordinador de comunicaciones del observatorio, Nicolás Lira.
Las señales de las antenas que componen ALMA se juntan a través de una supercomputadora, que aplica modelos matemáticos para obtener una única imagen combinada de todas ellas.
ALMA es posible gracias al trabajo conjunto de una veintena de países —entre ellos Estados Unidos, Europa, Japón y Chile—. “A menudo, ALMA trabaja con otros observatorios a lo largo y ancho del planeta conectando sus señales para crear un enorme telescopio del tamaño de la Tierra”, detalló la jefa del departamento de Ciencia de ALMA, Elizabeth Humphreys.
Así se consiguió, por ejemplo, la primera fotografía de un agujero negro, juntando las señales de distintos observatorios del planeta y creando el equivalente a un telescopio de miles de kilómetros de diámetro mediante la misma técnica con la que ALMA combina las señales de sus antenas, conocida como interferometría.
ALMA fue una revolución para la astronomía de hace una década, pero la comunidad científica ya trabaja en mayores telescopios que expandan las fronteras del conocimiento que el mismo observatorio chileno pudo traspasar.
“La ciencia no es blanco o negro, sino que avanza granito a granito. Siempre hay algo más allá de lo que sabemos, y la curiosidad humana es prácticamente infinita. Con ALMA no se acaba la curiosidad humana”, expresó Lira.
Uno de los puntos fuertes del observatorio chileno es su capacidad para captar componentes químicos en el universo, informó Humphreys, y las mejoras en la maquinaria aumentarán esa potencialidad.
Pero la ciencia, si por algo se caracteriza, es por adentrase en lo desconocido: “¿Qué quiero que encuentre ALMA en los próximos años? Yo busco sorpresas. Recopilamos datos de muchos proyectos, y a veces no sabemos qué saldrá de ellos. Amo las sorpresas, cuando descubres algo que nunca habrías imagino. Eso es lo que quiero de ALMA en un futuro”, concluyó la científica.