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Iluminación navideña: entre el brillo turístico y la sombra creciente de su impacto

La espectacular iluminación navideña del algunas ciudades atrae turismo, pero también aviva la contaminación lumínica. Y sus consecuencias son graves.

19 November 2025

Vigo vuelve a encender su “universo navideño”, y lo hace por todo lo alto. Según recogen los medios, la ciudad ha activado este sábado su gigantesca iluminación navideña con hoteles casi completos y previsiones de una campaña “excelente”. No es un caso aislado: cada año, numerosas ciudades compiten por convertirse en el mayor espectáculo luminoso del planeta, desde Madrid y Málaga, hasta Medellín, Ciudad de México o Buenos Aires.

Sin embargo, mientras los flashes atraen a algunos visitantes, médicos, biólogos, astrónomos y otros defensores del cielo oscuro observan otro fenómeno: el crecimiento sostenido de la contaminación lumínica, un problema que afecta no solo a la observación astronómica, sino también a la biodiversidad, la salud, la economía e incluso al cambio climático.

luces de navidadCrédito: Turismodeestrellas.com

La iluminación navideña forma parte de nuestras tradiciones, de nuestra estética urbana y del impulso económico de estas fechas. Pero es, también, una manifestación extrema del exceso de luz nocturna que vivimos todo el año. Y, como recuerda el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), España es uno de los países europeos donde más crece el brillo del cielo nocturno. Y añade: más luz no siempre significa más seguridad ni más belleza; a menudo significa más desperdicio y más impacto.

La pregunta, por tanto, es inevitable: ¿cómo equilibrar la belleza de estas luces con la conservación de uno de nuestros patrimonios naturales más valiosos: el cielo estrellado?

Impacto en la biodiversidad: cuando la noche deja de ser noche

Las luces navideñas no solo iluminan ciudades: también alteran los ciclos naturales de vida.

Durante la noche, miles de especies dependen de la oscuridad para orientarse, alimentarse, reproducirse o migrar: murciélagos, rapaces, tortugas marinas o, por supuesto, luciérnagas, son algunas de las especies más afectadas.

Luciérnagas y contaminación lumínica: la otra cara del cielo que se apaga

luciérnagasImagen de luciérnagas creada con IA/ Vía Fundación Starlight

Diversos análisis del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) advierten que el aumento de la iluminación artificial está alterando profundamente los ecosistemas nocturnos. Según su plataforma Science for Policy —que dedica un informe específico a este problema— la contaminación lumínica provoca desorientación en aves migratorias, afecta a polinizadores nocturnos esenciales, modifica los ritmos de actividad de anfibios y mamíferos y puede llegar a alterar cadenas tróficas completas

El CSIC subraya que estos efectos no son anecdóticos, sino que están documentados a escala global y se agravan en periodos de iluminación intensiva como la Navidad, cuando muchas ciudades incrementan de forma notable la potencia y extensión de sus luminarias.

En estas fechas, efectivamente, el efecto se multiplica: fachadas enteras iluminadas, árboles decorados, luces en plazas y avenidas… todo ello genera un paisaje visual que para la fauna es un caos sensorial.

Y si quieres ver el efecto visual real, el Observatorio de Calar Alto publicó un vídeo muy ilustrativo sobre cómo las luminarias urbanas alteran el cielo y los ecosistemas:

Salud humana: el sueño perdido bajo la luz

Aunque podemos creer que como especie estamos acostumbrados a la luz eléctrica, en términos biológicos, hace relativamente poco tiempo desde que el ser humano convive con la luz artificial. Eso significa que nuestros biorritmos aún necesitan de la oscuridad natural para regularse.

Dormir requiere oscuridad. El exceso de luz artificial en la noche afecta a la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Como explicaba el doctor Carlos Fernández Carrillo, Dr. en Medicina en en Hospital Puerta de Hierro de Madrid, en su artículo, “la contaminación lumínica podría matar el turismo… y a los turistas”. Los síntomas más habituales en zonas muy iluminadas durante la Navidad suelen ser:

  • Alteración del sueño

  • Aumento del estrés

  • Irritabilidad

  • Fatiga acumulada

Según el médico especialista, a la larga, estos síntomas incrementan el riesgo de enfermedades mentales, accidentes, infartos, obesidad, diabetes, e incluso puede que de cáncer.

El problema no es puntual: entre 1992 y 2017 la luz visible desde satélite ha aumentado hasta un 49 %, pero al corregir el efecto de los LED —que emiten en azul, imperceptible para algunos sensores— la cifra podría alcanzar el 270 % de incremento global. Esto significa que el 80 % de la población mundial, y más del 99 % en Europa y EE.UU., vive bajo cielos contaminados lumínicamente

En periodos como la Navidad, cuando se intensifica el brillo urbano, estas alteraciones se agravan, porque más de un mes de luces intensas no solo afecta al ambiente, sino también al bienestar de quienes viven o trabajan cerca.

Energía y cambio climático: un impacto subestimado durante las fiestas

En 2023, Science publicó un estudio clave firmado por la doctora en astrofísica Antonia Varela, directora de la Fundación Starlight. Su investigación demuestra que la contaminación lumínica no solo borra las estrellas, sino que contribuye al cambio climático al afectar procesos atmosféricos y aumentar el consumo energético. En resumen:

Más luz = más energía = más emisiones = más calentamiento global.

Un círculo que parece navideño… pero que no tiene nada de inocente porque, aunque la tecnología LED reduce parte del consumo, no compensa el crecimiento anual del número de luces y horas de encendido.

En TdE ya analizamos esta relación entre luz artificial y alteraciones climáticas en el artículo "La Contaminación Lumínica y su impacto en el Cambio Climático: una relación subestimada"

contaminación luminica recursoAutor: MattL Photography

El sobrecoste económico: un debate pendiente

El lado económico suele quedar fuera del debate, pero no debería.

Encender millones de luces durante más de un mes supone:

  • Costes de instalación y mantenimiento

  • Incremento en la factura energética municipal

  • Impacto indirecto por emisiones (incluidas en presupuestos climáticos o compensaciones)

  • Renovación continua de elementos decorativos

Algunas ciudades justifican esta inversión en nombre del turismo, y es cierto que el impacto económico navideño puede ser enorme. Pero el coste neto no siempre se analiza con suficiente rigor, especialmente en municipios donde la iluminación es más competencial que estratégica.

Observación astronómica y astroturismo: los grandes perjudicados

El último efecto —y uno de los más sensibles para ti como astrocuriosa/o— es la pérdida de cielo nocturno, especialmente durante el mes diciembre.

La contaminación lumínica es un problema “obvio y creciente” para la observación astronómica. La sobreiluminación navideña significa para los astrónomos profesionales más dispersión de luz, peores mediciones y pérdida de tiempo de observación; para los aficionados, la desaparición literal de las estrellas, de la Vía Láctea, del paisaje celeste; y para quienes desarrollan astroturismo, una amenaza directa para esta rama del turismo sostenible.

Durante la Navidad, el refuerzo de iluminación en calles, fachadas, parques y avenidas intensifica este fenómeno, reduciendo drásticamente la visibilidad de cuerpos celestes incluso en las zonas suburbanas.

Y como recordamos siempre en Turismodeestrellas.com, perder las estrellas es perder también cultura, ciencia e identidad.

¿Hay alternativas? Sí, y muchas

Por supuesto, no se trata de apagar la Navidad, sino de hacerla sostenible.

Hay ciudades que ya lo están haciendo:

  • Tecnología eficiente: Usar luces LED de tonos cálidos y espectros menos dañinos que la luz blanca o azulada.
  • Horarios reducidos: No hace falta tener la ciudad iluminada como una supernova hasta las tres de la mañana.
  • Diseño responsable: Orientar las luces hacia abajo, evitar proyectores apuntando al cielo, no iluminar zonas naturales sensibles.
  • Concienciación: Explicar a la ciudadanía que la oscuridad no es enemiga de la Navidad. Solo hace que las luces, cuando están encendidas, sean más bonitas.

Y, ojo, porque incluso las medidas pequeñas funcionan.

Cambiar bombillas, acortar horarios o dirigir la luz correctamente reduce la contaminación entre un 30% y un 60%.

La iluminación navideña es parte de nuestra cultura y crea ambiente, eso es indudable. Pero también es un momento clave del año para pensar qué tipo de relación queremos tener con la noche. ¿Queremos una Navidad tan brillante que oculte las estrellas?

Felices Fiestas

Cuando la tradición se encuentra con el cielo nocturno

La iluminación navideña puede ser hermosa, emocional y un motor económico. Pero también es un recordatorio de que hemos aprendido a sobreiluminar nuestras noches a un ritmo preocupante.

Repetimos el concepto, el reto no está en apagar la Navidad, sino en iluminarla mejor, sin perder de vista que bajo ese manto de luces navideñas sigue existiendo un cielo lleno de estrellas que merece ser protegido. Y ese equilibrio no es solo una aspiración: es una necesidad.

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