Día 3 · Del Mercado Modelo de Ovalle al cielo del Pangue

La jornada comienza en el generoso Mercado de frutas y verduras de la capital agrícola de Chile, la Feria Modelo de Ovalle, para posteriormente seguir hacia la capital astronómica del hemisferio Sur y visitar el observatorio astroturístico con los telescopios más potentes de Chile. Desde los rostros del valle hasta las estrellas de Pangue, el día nos recuerda que la luz no solo se observa: también se escucha, se huele y se comparte.

Colores, voces y aromas del Mercado Modelo

La mañana amaneció gris y húmeda. Una espesa capa de nubes cubría la costa donde el Atacama choca con Tierra Australis, igual que las tribus del Atlantico se encuentran con las del Pacífico; así que decidimos dirigirnos al Mercado Modelo de Ovalle, el corazón comercial del valle del Limarí. Allí, entre puestos repletos de frutas, verduras y especias, encontramos otra forma de conocer el país: a través de sus gentes.

El portal de colores, aromas y sabores del mercado era una coreografía perfecta. Los gritos de los vendedores, el sonido metálico de las balanzas y el brillo de los tomates recién lavados componían una escena que invitaba a detenerse y observar. Cada fotografía era un retrato de la vida cotidiana, un gesto compartido entre el productor y su tierra.

Fernando: “La verdadera riqueza de Chile está en la gente. Cada rostro tiene la textura del paisaje que lo rodea.”

Puesto en el Mercado de Ovalle @ReyDaluz ©LUZLUX

Los productores locales nos hablaron de la economía del valle, basada en la agricultura, la ganadería y los productos frescos que abastecen toda la región de Coquimbo. Probamos frutas de temporada y ajíes intensos, y cada sabor era una historia.

Pablo: “Fotografiar un mercado es también contar la historia de la subsistencia. Aquí la luz está en el alma de quienes trabajan cada día.”

Aunque podríamos habernos quedado todo el día retratando ese universo de colores, el viaje debía continuar.

Trabajando en el mercado de Ovalle @Pablo_Alfranca Andacollo: La reina del Cobre, el Oro y su peregrinación a las Estrellas

A mediodía tomamos rumbo al interior, hacia Andacollo, uno de los pueblos mineros más emblemáticos del norte chico. Allí nos esperaba una historia distinta: la Ruta del Peregrino, una ruta de devoción cristiana profundamente arraigada que ahora mira también al cielo.

Recorrimos de día una parte de esta senda recientemente certificada como Sendero Starlight, reconocimiento que garantiza la calidad de sus cielos para la observación astronómica. Entre cerros dorados por la minería y la fe, el paisaje adquiere un nuevo significado: mirar desde aquí a nuestra estrella, el Sol, y al firmamento, se convierte en un acto de contemplación y esperanza.

En el camino conocimos a Abel, antiguo recolector de pepitas de oro que ahora dedica su tiempo construir plataformas para el descanso de los peregrinos y la observación del cielo estrellado, levantados piedra a piedra con sus propias manos.

Jordi: “Es curioso: antes buscaba oro en la tierra, y ahora lo busca en el cielo.”

Abel, Recolector de pepitas de Oro en la ruta del peregrino de Andacollo. @ReyDaluz ©LUZLUX

El contraste entre la fiebre del mineral y la “fiebre de las estrellas” resume el espíritu de Andacollo, un lugar donde ciencia y devoción se encuentran bajo un mismo firmamento.

De la tierra al cielo: Observatorio del Pangue

De regreso hacia La Serena, hicimos una pausa en el restaurante “Donde el Guatón”, un clásico local donde el sabor tradicional chileno se sirve con generosidad.

Tras descansar en el Hotel Francisco de Aguirre, emprendimos la subida hacia el Observatorio del Pangue, uno de los lugares más emblemáticos del valle de Elqui junto a Tololo, Geminis y Vera Rubin, los elegidos del Santuario de Cielos Oscuros.

Observatorio del Pangue @Glendor_Fine_Art

Su director nos recibió con entusiasmo, compartiendo la historia del proyecto y la importancia de la divulgación astronómica en esta región privilegiada por la pureza de su atmósfera. Al caer la noche, cada uno de nosotros buscó su propia mirada.

Fernando preparó su trípode para retratar la majestuosidad del firmamento estelar; Glendor ajustó su cámara para capturar la Vía Láctea en su máximo esplendor; Jordi trazó alineaciones entre constelaciones y montañas; y Pablo capturó escenas en la que todos, por unos segundos, guardamos silencio ante la inmensidad.

Glendor: “Hay noches en las que la cámara desaparece. Solo queda el cielo, y nosotros dentro de él.”

Observatorio del Pangue @ReyDaluz ©LUZLUX

Así terminó una jornada que había comenzado entre los colores humanos del mercado y concluía entre los infinitos del cosmos. En Chile, donde la luz sigue siendo el mejor relato posible.

Via láctea sobre el Observatorio Tololo desde el Pangue @astrocoy

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