Lágrimas, presagios y poder. La fugaz belleza de las lluvias de meteoros.

Las lluvias de meteoros que nos acompañan cada año, como las Perseidas han sido objeto de interpretaciones, leyendas e incluso de uso político y religioso.

12 agosto 2020

Corren tiempos extraños. Una pandemia se extiende por todo el mundo atemorizándonos y movilizando a la comunidad científica internacional en una carrera a contrarreloj para hallar una vacuna que, ojalá, nos conduzca a una normalidad mejor de la que teníamos. Mientras, se oyen rumores de conspiraciones mundiales y presidentes promocionan curas milagrosas sin base científica alguna minando el inconmensurable esfuerzo que la ciencia y quienes trabajan en sanidad realizan para sacarnos de este escenario distópico.

Otras cosas, como el calor del agosto extremeño, cambian poco a poco y el último informe sobre el estado del clima publicado por la Agencia Estatal de Meteorología no es nada alentador.

Epidemias, temperaturas in crescendo, sequías…¿Castigo divino? Una vez más gracias a la ciencia (y pese a las corrientes negacionistas y amantes de la conspiración), ahora sabemos que el ser humano tiene gran parte de responsabilidad en todos estos sucesos. Pero si a esto le añadimos que este verano ha surcado los cielos el cometa Neowise y que estamos en plena lluvia de meteoros de las Perseidas, en otros tiempos estaríamos más aterrados de lo que aparentemente estamos ahora.

NeowiseCometa NEOWISE con el telescopio Ceravolo de 300 mm, 8 de julio 2020/ Imagen Debra Ceravolo via @vivstoitsis

Los cometas y meteoros son visualmente hermosos y fascinantes, sin contaminación lumínica son aún más impresionantes y tienen cierta periodicidad; anual en el caso de las lluvias de meteoros. Si a esto le añadimos que ante la incapacidad de explicar un fenómeno de manera racional la imaginación humana no conoce límites, obtenemos un sinfín de interpretaciones, mitos y usos de las lluvias de estrellas con fines políticos y religiosos.

En lo alto del ranking de interpretaciones están las señales y presagios divinos, claro ejemplo de la manía de divinizar todo aquello que escapa a nuestro entendimiento. 

Por ejemplo, en el Islam hay episodios notables dotados con la magia que aportan  estos fugaces destellos, como la lluvia de meteoros el día del nacimiento del mismísimo profeta Mahoma y en la noche de su primera revelación del arcángel San Gabriel, según relató Al Yaqubi en el siglo 9.

La coincidencia de las lluvias de meteoros y la aparición de cometas con eventos como un nacimiento, eran un signo de la importancia y del poder que esa persona tendría en el futuro también en otras culturas. Es el caso del rey hawaiano predestinado a unir todas las islas en un solo reino, Kamehameha, nacido el año que el cometa Halley surcó los cielos hawaianos (1758).

Visto que tradicionalmente en muchas sociedades el conocimiento astronómico ha estado vinculado al poder político, “hecha la ley, hecha la trampa”. Los Mayas del Periodo Clásico (250-909 de nuestra era) observaban y serían capaces de predecir las lluvias de meteoros y con ello forzar que ciertos eventos coincidieran con ellas. Un estudio  ha documentado 6 eventos reales en el Periodo Clásico Maya, entre ellos ascensos al trono, que ocurrieron en una franja de cuatro días alrededor de una lluvia de meteoros. ¿Coincidencia o triquiñuela de las élites para vincular esos actos reales con un celeste beneplácito de los dioses?

Representación del martirio de San Lorenzo por Tiziano (1558)Representación del martirio de San Lorenzo por Tiziano (1558)/ Fuente: Wikipedia.

En el mundo cristiano estos fugaces destellos se identifican con las lágrimas que San Lorenzo derramó durante su martirio, en el que fue quemado vivo por orden del emperador Valeriano en una parrilla en Roma el 10 de agosto del año 258. Ante tan estrambótico y horrible final, cuenta la leyenda que aún tuvo ánimos para pedir que le dieran la vuelta, que ya estaba hecho por un lado. La coincidencia de este evento con la lluvia de estrellas más popular del año,que en 2020 alcanzan su máximo las noches del 11 al 12 y del 12 al 13 de agosto, dio pie a esta asociación tan poética entre meteoros y solemnes lágrimas de “adiós mundo cruel”. 

Los destellos que se dibujan en el cielo estos días también se conocen popularmente como Perseidas, por el héroe mitológico griego Perseo. Ovidio narró cómo éste decapitó a Medusa, conocida por sus cabellos de serpiente y por convertir en piedra a quien miraba a los ojos. De hecho, armado con la cabeza de Medusa Perseo derrotó al gigante Atlas convirtiéndolo en la cadena montañosa que lleva su nombre en el norte de África.

Perseidas 2020Constelación de Perseo portando la cabeza de Medusa/ Fuente: Wikipedia

Alzando la cabeza del monstruo, Perseo posa en el cielo en forma de constelación y es de ahí de donde parecen venir los meteoros estos días. Es decir, la constelación de Perseo es el radiante de esta lluvia.

Ya existen registros de la observación de numerosas lluvias, y de las Perseidas en particular, en China en el año 36 y el historiador griego Dión Casio (57.17.5) habla de que se vieron cometas en el cielo tras la muerte de Cleopatra, en agosto del año 30 antes de nuestra era. No está claro a qué se refiere con “cometas”, pero es muy probable que se trate de esta lluvia y de su uso para aportar un halo de misterio a este hecho histórico. 

Los destellos que observamos no son lágrimas ni emanaciones de un personaje de la ficción de la antigua Grecia. Lo que vemos son escombros (meteoroides) que el cometa Swift-Tuttle deja en su trayectoria alrededor del Sol y que cuando son interceptados por la Tierra entran a gran velocidad, alcanzando altísimas temperaturas por el efecto de rozamiento de la atmósfera y dejando un rastro luminoso producido por el calentamiento del aire (meteoros).

Eta AcuáridasComposición de la lluvia de estrellas Eta Acuáridas de 2013/ Autor: Colin Legg, Australia

Aunque las Perseidas son las más conocidas, se estima que al día caen a la Tierra unos 44.000 kg de material, del que afortunadamente la gran mayoría se desintegra en la atmósfera y los que llegan a la superficie se conocen como meteoritos. Cada noche del año es posible ver meteoros, pero hay épocas en las que su visibilidad se incrementa porque la Tierra atraviesa una zona llena de escombro espacial dando lugar a las lluvias.

Y estos son momentos propicios para tomarnos un respiro, buscar un lugar oscuro, tranquilo y evadirnos contemplando la inmensidad del cielo nocturno en busca de pequeños instantes de asombro y luminosa belleza. No hace falta mucho más para encontrar un refugio de desconexión momentánea con la Tierra y sus locuras, aprovechar para inventar nuevas historias sobre los mensajes que nos pueden enviar estas piedritas voladoras, ¡y para pedir muchos deseos!

Este artículo está escrito en memoria de mi amiga y compañera Rebeca Galera, que pasó por aquí más fugaz de lo que nos gustaría pero que, como un gran meteoro, solo ha dejado luz, belleza y buenas sensaciones y recuerdos allá por donde apareció.

Andrea Rodríguez Antón





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